El enfermo imaginario

de Moliere. Dirección Juan Antonio Saraví

Estreno: 2010

La perspectiva moderna de Molière : ¿Un enfermo imaginario o un enfermo del imaginario?

Esta comedia, a menudo considerada como una de las obras más ricas y más profundas de Molière, constituye para muchos una síntesis de su teatro. Esto se debe a su temática (reflexión sobre la muerte, denuncia de la impostura y sátira de la medicina), a la presencia de un héroe paradójico ( un enfermo sano) que martiriza a los suyos obstinado, como la mayoría de los personajes de Molière, en su obsesión, a la virulenta sátira de ciertos grupos sociales, a la presencia de elementos farsescos y a la naturaleza propia de las comedias - ballets que arrastran al público y a los personajes a la embriaguez del canto y de la danza.

La idea central de la pieza pertenece enteramente a Molière quien reflexiona desde hace años sobre la impostura de los médicos. Hoy sabemos, gracias a los estudios magistrales de Patrick Dandrey,1 que Molière tenía una extraordinaria cultura médica gracias a sus propias lecturas, de modo que su abordaje cómico de la medicina está basado en una información no solamente rica, sino bastante experta. Según Dandrey, Molière posee en El enfermo imaginario una intuición sorprendente para la época acerca de la especificidad de la vida psíquica : el poeta delinea lo que llamaríamos hoy una neurosis obsesiva.

Si bien la trama central es perfectamente original, los argumentos secundarios de la obra fueron tomados por el autor de la tradición, de modo que resulta difícil hoy identificar las fuentes : la muerte fingida para saber la verdad, la esposa que solo piensa en la fortuna de su marido y quiere expoliar a los hijos, el malentendido sobre la identidad del futuro esposo de la muchacha, el disfrazar al amante de profesor de música, nada de eso es nuevo. Reminiscencias de Aristófanes, de la commedia dell arte...

El enfermo imaginario presenta un tono ambiguo que autoriza una doble lectura. Es, en cierto modo, una obra seria. En primer lugar, debido a su temática porque la muerte está presente en todas partes. No hay personaje en la obra que no aluda a ella, incluso la pequeña Luisita. Además del tema de la muerte, la hipocresía de los escribanos y sobre todo la impostura de los médicos, son objeto de una clara denuncia por parte del autor.

La atmósfera de El enfermo imaginario es oscura también por el hecho de que un buen número de personajes inquietantes desde Belina hasta Buenafé pasando por los médicos, gravitan en torno a un personaje central poco querible. Ese burgués de buen pasar que, sin embargo, es avaro y vulgar, que está enfermo pero esta enfermedad no está en su cuerpo como él lo piensa, sino en su cabeza. Un egoísta absoluto, introvertido, autocentrado y que no demuestra ningún afecto por quienes lo rodean. Su mujer le sirve de enfermera, su hija solo le es útil para hacer entrar a un médico en la familia...

Si consideramos solamente los elementos textuales de la pieza, podríamos catalogarla como una obra negra. Sin embargo, no podemos mutilarla considerando solamente su texto. Se trata de una comedia ballet y, a la luz de la estética característica de este género, El enfermo imaginario es también una obra con toques delirantes. El tema de la muerte, aunque omnipresente, es tratado de forma más cómica que impresionante. La pieza revela una voluntad de divertir al espectador que se manifiesta a través de una dinámica excepcional. La variedad de efectos cómicos es destacable, Molière maneja con escritura virtuosa los climas haciendo coexistir en la misma estructura los lazzi de la commedia dell arte y las discusiones filosóficas más profundas acerca del valor de la medicina.

El teatro es un juego. El teatro es un combate. A la vez juego de máscaras y combate contra las máscaras. Por un lado, Molière revela, denuncia y celebra el juego de las máscaras. Arranca con la máscara de Tartufo y de Trissotin aquella de todos los impostores que se hacen pasar por lo que no son. Por otro, revela la metamorfosis del rostro humano en máscara monstruosa empujado por el vicio o la estupidez. Una sola vez en El Misántropo, intenta en vano revelar el rostro desnudo del hombre verdadero bajo la fina película que esconde a Alcestes su verdadera esencia, impidiéndole ser el héroe de la verdad que él se imagina ser. Molière no deja de interrogarse sobre el juego de las máscaras hasta abordar en su última pieza una estructura más compleja. ¿De qué sufre Argán, último héroe de la pluma de Molière? ¿De una enfermedad imaginaria o del imaginario? ¿De la "enfermedad de los médicos"? ¿De la angustia violenta de la muerte? ¿De un deseo regresivo y pueril? ¿De una enfermedad del espíritu de origen puramente psíquico o psicológico? ¿Cuántas máscaras cubren el universo del imaginario en la naturaleza humana?

Así, la construcción del personaje de Argán testimonia acerca de la extraordinaria profundidad de la mirada de Molière sobre su época, ya que presiente el derrumbe del conocimiento antropológico y antiguo y la emergencia de perspectivas modernas. Así, jugando con maestría sobre ciertas temáticas poco exploradas en su tiempo, poniendo luz desde la farsa sobre el lugar del espíritu y la fragilidad esencial de la condición humana, da en el clavo con un enfoque que trae nuevas luces . Avanzado en su tiempo y acertando al corazón de las cuestiones que nos interpelan aquí y ahora.

Elenco: Pepe Vázquez, Cristina Machado, Alejandra Wolff, Elisa Contreras, Miguel PintoLuis Martínez, Levón, Daniel Spinno Lara, Pablo Varrailhon, Jimena Pérez, Delfi Galbiati
Actor invitado: Jorge Esmoris
 

Mísicos: Pablo Machado, Fernando Alonso, Ernesto Veneziano, Martin Morón, Gonzalo Durán

Escenografía: Gerardo Bugarín
Vestuario: Mónica Talamás
Luces: Carlos Torres
Música original: Gonzalo Durán

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