Los compadritos

de Roberto Cossa. Dirección Jaime Yavitz.

Estreno: 16 de noviembre de 1991. Teatro Solís

En los tiempos del tránsito de la dictadura a la democracia, allá por 1983, me topé con un reportaje a un veterano de guerra alemán sobreviviente de la Batalla del Río de la Plata. Era uno de los 1.000 tripulantes de la torpedera nazi Admiral Graff von Spee  hundida por la metralla de tres naves inglesas frente a las costas uruguayas en diciembre de 1939.

Cuarenta y cinco años después el ex combatiente se había convertido en un venerable anciano que pasaba las horas en el jardín de su casita de la provincia de Córdoba, recordando los buenos tiempos de su juventud y muy en especial aquel episodio bélico, el hecho más importante de su vida. Entre otras cosas revelaba que del millar de tripulantes alemanes algunos  se habían asilado definitivamente en Argentina, otros en Uruguay y una cantidad  no determinada había regresado a Alemania después de la guerra. La lectura del reportaje estimuló una vieja preocupación personal: el grado de fascismo que existe en el subconciente de la sociedad argentina. Sentí que la Batalla del Río de la Plata y la historia de los militares nazis asilados en ambas márgenes podía ser el detonante de una obra lateral.

Estábamos saliendo de la última dictadura militar y no había que esforzarse demasiado para vincular a nuestros militares con los jerarcas de la Alemania nazi. La diferencia cuantitativa de víctimas no restaba credibilidad a la comparación. La crueldad de los militares argentinos habría hecho empalidecer de envidia al mismísimo Himmler.

La metáfora estaba clara. Tenía que inventar una historia que, seguramente, no sería real. Lo que sí importaba era que sirviera para indagar sobre las pautas de comportamiento de la sociedad actual. Tomar a los nazis del cuarenta para hablar de los nazis de hoy.

Esa es la causa de que la obra apele al plural "los compadritos", aunque el compadrito que aparece sea uno solo. El compadrito, como tal, es hoy un personaje anacrónico, pero la conducta "compadrita" persiste en nuestros tiempos y ha sido causa de grandes males.

La obra no muestra lógicamente, a toda la sociedad de mi país. Porque no toda la sociedad argentina  está infestada de fascismo. Las víctimas de los genocidas, los luchadores y los resistentes, los soñadores y los utópicos, que son muchos, no merecen esta parábola.

No se cual puede ser la reacción del público montevideano ante la temática de "Los Compadritos". Nunca tuve claro hasta que punto una obra que cuenta a los argentinos complica al espectador uruguayo. Pero estoy seguro de que nuestras  historias no le son indiferentes. Yo conocí a esta ciudad en 1956 y en los años sucesivos volví cada vez que pude. Me gustaba respirar el aire de Montevideo que por aquél entonces era, para mi, una sociedad libre de "compadritos". Ma radiqué en los años 1968 y 1969 y fui testigo  de los tiempos en que empezaba a derrumbarse la mítica democracia oriental.

Hoy por hoy la Argentina vive un período de libertad política que parece asegurada. Los compadritos de revolver, los mesiánicos autoritarios y violentos estarían encerrados en el pasado.

Ojalá que sea para siempre. A veces tengo esa certeza. Otras veces me pregunto si en realidad los compadritos de hoy no serán esos señores de traje oscuro y maletín cuadrado que nos sonríen con amabilidad y nos dicen que hay que pagar lo que les debemos o atenernos a las consecuencias.

Roberto Cossa

 

Elenco: Marina Sauchenco, Levón, Silvia Carmona Daniel Spinno Lara, Armando Halty, Juan Carlos Worobiov, Domingo Pistoni

Escenografía: Hugo Mazza

Vestuario: Yolanda Markic

Iluminación: Carlos Torres

 

 

 

 

 

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