Juan Carlos Patrón

La realidad carcelaria y el funcionamiento mecánico de la justicia están en la base de la obra Procesado 1040, la cual fue un poderoso llamado a la conciencia social

 

La undécima temporada de la Comedia se inició el 5 de abril de 1957 con la obra del autor uruguayo Juan Carlos Patrón Procesado 1040 , como lo había propuesto la Comisión de Teatros Municipales a fines del año anterior. (*I)
El autor, abogado de profesión, fue un destacado profesor y Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República. Además de su actividad profesional estuvo estrechamente vinculado al mundo del cine, la música popular y el teatro. 

Al presentar Procesado 1040 tenía ya varias obras teatrales estrenadas. Su primera obra Felicidad de 1928, fue premiada por la Sociedad Uruguaya de Autores (S.U.A.) y estrenada en el Teatro Solís. En 1932 escribió en colaboración con César Gallardo Humanidad, en 1940 con Edmundo Bianchi Cafetín del Puerto, estrenada en el Teatro Artigas y en 1944 con Ángel Curotto Compañera, obra que obtuvo el premio del Concurso Anual del Ministerio de Instrucción Pública de ese año. Otras de sus obras llevadas a la escena fueron Almendras amargas (1963), El pasajero (1966), Cinco hermanos (1968), La novia de Gardel (1971) y La casa vacía (1977).

En Procesado 1040, Patrón se valió del medio teatral para denunciar su preocupación moral originada en la práctica de su profesión. Nuestra realidad carcelaria y el funcionamiento mecánico de la justicia, están en la base de la obra... 
Una infracción mínima pone en movimiento el aparato procesal que nos permite echar un vistazo a la vida carcelaria y a sus personajes, a través de los ojos inocentes de un buen burgués sexagenario que se sospecha sean también los ojos del espectador . 
(*II)

Mario Trajtenberg en el semanario Marcha, señalaba que Procesado 1040 remitía inevitablemente a dos películas: Y se hizo justicia Somos todos asesinos de otro abogado, el francés André Cayatte, en las que se ... cuestionaban respectivamente la validez del sistema de jurados y la humanidad de la pena de muerte, apuntaban a instituciones básicas del sistema jurídico francés, en tanto que Procesado 1040 ataca sólo el funcionamiento de una institución y no propone una extirpación sino una mejora. Esa primera diferencia en el nivel de la crítica puede haber determinado la profundidad con que el hombre, persona esencialmente exterior a la maquinaria legal, aparece en ambos casos. Cayatte estaba hondamente comprometido en el destino de sus personajes, que además se jugaban la vida en las dos historias; el protagonista de la obra de Patrón, en cambio, es apresado por un delito menor que él ni siquiera sospecha, y el acercamiento a horror carcelario no se da aquí a través de un destino individual importante, sino a través de un espectador de muy poco relieve que vive los días de cárcel como una pesadilla pasajera . (*III)

Era posible argumentar, señaló el crítico de Marcha, que la diferencia del planteo y la profundidad de la denuncia en las obras de los dos autores, se debió a que Procesado 1040 buscó denunciar los efectos de la deshumanización del sistema carcelario, la responsabilidad del Estado en esa situación y la necesidad urgente de reformas pero sin cuestionar la institución en sí misma. Criterio que compartió la crítica de Acción... Patrón apunta la complicidad de la sociedad entera, pero descarga el problema sobre la conciencia estatal, porque se detiene de preferencia en la necesidad de reformas materiales inmediatas, antes de encarar las más vastas, sociales . (*IV)
La acción, señala el autor, podía desarrollarse en cualquier país de América, en la época de su estreno, pero como detallaba la crítica, algunos giros del lenguaje y otros signos, evidenciaban cabalmente su referencia al Uruguay de esos años.

Antes de su estreno en el Teatro Solís, la obra se presentó en el Centro de Estudiantes de Derecho, en el marco de un ciclo de extensión cultural, en el que estuvieron presentes su autor y el Dr. Carlos Martínez Moreno (*V), quién analizó el argumento para un muy numeroso auditorio (*VI) anticipando la repercusión que la obra tendría en un público interesado en una realidad social a la cual la mayoría era ajena. 
En su disertación Martínez Moreno, señaló que la obra denunciaba las deficiencias carcelarias donde el procesado no es más que un mero expediente y un mercado negro de alimento, del juego, del sexo, del tabaco y hasta del teléfono y del procedimiento penal en que ... la actuación del comisario (...) configura un verdadero presumario que muchas veces influye en el ánimo del juez. Más tarde el expediente y los legajos no son más que engranajes de una máquina despersonalizada que para nada tiene en cuenta al acusado como hombre . (*VII)
El texto denunciaba también, otros problemas sociales, como la existencia e ineficiencia de los albergues de menores donde lejos de cumplirse con los objetivos de reinserción social, los internados se ligaban casi fatalmente al mundo de la delincuencia.
En la Escena X del Primer Acto, la acción se desarrolla en el patio de la comisaría, de noche. En escena sólo dos personajes El Zorrito , un delincuente juvenil- que de acuerdo a la crítica aparecida en diversos medios de prensa en el momento del estreno, fue el más logrado personaje de la obra - y José Rosini, el procesado 1040. 
El Zorrito , sentado, fumando, le explica a su interlocutor, con tranquilidad que es a su vez resignación, como es que ha llegado a la situación en que se encuentra: En el Albergue cada uno aprende lo que puede. Y todos salimos iguales. (Ademán de robar.) Trabajo manual. Dedos ligeros, pero cerebro lento. No hay cabeza . (*VIII)


La interpretación

Procesado 1040, fue la única obra de autor nacional que integró el repertorio de esa temporada. Fue dirigida y puesta en escena por Alberto Candeau (*IXcontando con un extenso reparto. (*X)
Lo que hace la inanidad de nuestra dramaturgia actual es la falta de convicción de los personajes creados para la escena, y que se traduce en una falta de habla original. Tanto los escritores debutantes como los ya experimentados no saben dotar a sus creaciones de un leguaje verosímil, que corresponda a su situación social, su estado, su psicología, y que al mismo tiempo cumpla con las leyes propias de la pieza. Quizás fuera ese el mayor descubrimiento artístico de Florencio Sánchez, un descubrimiento que no ha vuelto a repetirse.
Los escritores actuales alcanzan cierta felicidad expresiva cuando trillan el camino de Sánchez: no son originales entonces, pero al menos engañan con la verdad, que es cosa aceptable según pensaba Lope. 
La obra de Patrón tiene en este sentido una doble vertiente: la de la inexperiencia y falsedad del habla, y la de una visión costumbrista a lo Sánchez, encarnada en los personajes populares (la sirvienta, los guardianes, sobre todo el Zorrito. De ahí también el muy distinto rendimiento de los actores de nuestra Comedia: quienes trabajaron en la zona popular, costumbrista, apuntaron, por encima de Patrón, a Sánchez o a Laferrére, y compusieron con esa verdad tradicional y auténtica sus personajes: es el caso ejemplar de Walter Vidarte en una de sus más felices creaciones, ingeniosa, ligera, rica de detalles. Con la misma ternura con que Patrón inventó su personaje, lo recreó el actor: es un personaje tradicional de nuestra escena, que nos viene desde Sánchez, desde Picardía , desde los costumbristas del XIX, y da la pauta de una visión permanente de la realidad en nuestras letras; el actor lo ha creado también en la línea interpretativa tradicional sin pretender transformar sus rasgos candorosos.
Los actores que se enfrentaron a los personajes convencionales, pelearon duramente con un texto indecible , y en la mayoría de los casos trataron de apagar sus desbordes emocionales y su altisonancia, de acuerdo con una tendencia general marcada por el director para rescatar la pieza dentro del tono menor. Así Guarnero puso todo el aburrimiento posible para dictar su clase sobre las precarias condiciones del régimen carcelario, y el propio Candeau jugó con sus lentes desde un pupitre donde debía defender la aplicación de las leyes. Cuore insistió en la inocencia con una fidelidad monótona, incluso cuando debió evocar la muerte frente a una vela encendida.
Otros actores incursionaron en el fácil patetismo: en la escena con el juez, lo hizo Jones, a quien le cupo la dura misión de levantar el tono en el fin del acto. Así Carmen Casnell que se entregó a la maternidad burguesa doliente. 
No sólo atemperó excesos la dirección de Candeau; intentó también la composición de escenas con un sentido honesto y austero que ya había demostrado en otras ocasiones (Odets), y prefirió resultar laxo y doctoral antes que brillante e ingenioso. Contó con una escenografía de Echave con aciertos parciales: patio de la comisaría, interiores de cárcel, y una solución general que permitió correr la obra sin demoras en los cambios. La iluminación pasó de ser una simple alusión como ocurre frecuentemente en la Comedia, e intentó cooperar a la obtención de un clima escénico .
 (*XI)

Trajtenberg, cerraba su artículo señalando Quizá lo realmente destacable de esta puesta en escena no sea la forma correcta en que fue acometida, sino el hecho de haber elegido y servido con honestidad una obra fundamentalmente honesta . (*XII)

La obra tuvo una respuesta excepcional de público. De acuerdo a lo que recoge Juan María Vanrell Delgado en su Historia de la Comedia Nacional más de 80.000 espectadores asistieron noche a noche a su representación convirtiéndose en uno de los mayores éxitos del elenco.
El interés que despertó el tema tratado y el éxito de público, llevó el texto a una versión cinematográfica realizada en la Argentina, protagonizada por Walter Vidarte, quién en oportunidad de solicitar una licencia extraordinaria a fin de cumplir con ese contrato destacó ante la Comisión de Teatros Municipales que debido a lo excepcional del trabajo, éste significaba un enorme paso en su carrera artística (*XIII)
La Comisión que así lo entendió aprobó la solicitud, exigiendo a la empresa productora que tanto en el film como en la propaganda se colocase junto al nombre de Vidarte la aclaración de que se trataba de un actor de la Comedia Nacional.

 

NOTAS

C.T.M., Libro de Actas nº 9, acta 214 del 14.11.1956. La obra inicialmente llevó por título Puertas Cerradas .

Acción, A.R., Estreno en la Comedia Teatro Procesal, 6.4.1957, p. 8. (Relevado por David Telias)

Marcha, M.T., A propósito de una obra nacional, 12.4.1957, p. 16 y 17.


Acción, artículo citado, 6.4.1957.



Martínez Moreno, Carlos, Colonia del Sacramento (Uruguay), 1917 México, 1986. Narrador y ensayista, perteneció a la Generación del 45 . Obtuvo el título de Abogado en 1943, defensor de oficio en lo Civil y Criminal y dedicado a la defensa de presos políticos, debió exiliarse primero en España y luego en México durante la dictadura militar (1973-1985). En México ejerció la docencia de Ciencia Política en la Universidad Autónoma. (UNAM).
Como periodista se había iniciado en el diario El País, fue editorialista de El Diario y en el semanario Marcha, además de abordar temas de carácter político desarrollo la crítica teatral. Colaborador en las revistas Escritura , Asir , Número y Temas .
Entre su obra publicada se pueden señalar cuatro volúmenes de cuentos: Los días por vivir (Asir, 1960), Cordelia (Alfa, 1961), Los aborígenes (Alfa, 1964), De vida o muerte (Cedal, 1971). Novelas: El Paredón (Seix Barral, 1963), La otra mitad (Joaquín Mortiz, 1966), Con las primeras luces (Seix Barral, 1966), Coca (Monte Ávila, 1970), Tierra en la boca (Losada, 1974), Los días que vivimos (Girón, 1973), El color que el infierno me escondiera (Nueva Imagen, 1981).

 

Acción, Un suceso real Procesado 1040 . Se exhibe un adelanto de la obra. 3.4.1957, p.6. De acuerdo a lo recogido por este medio de prensa ... un millar de personas, particularmente estudiantes, desbordó las instalaciones del Centro. (Relevado por D. Telias)



Id. 


Patrón, Juan Carlos, Procesado 1040, Buenos Aires, Ediciones Losange, 1957, p. 28.


Con anterioridad, Alberto Candeau, destacado integrante del elenco de la Comedia Nacional, había dirigido a ese elenco en Despierta y Canta de Clifford Odets en 1955, La Cocina de los Ángeles de Albert Huson en 1956.


José Rosini, (Procesado 1040) Héctor Cuore, María (su mujer) Carmen Casnell, Rosina ( la hija) Nelly Antúnez, Roberto ( novio de la anterior) Juan Jones, El Quique ( corredor de juego clandestino y vecino de la familia Rosini) García Barca, Inspector- Israel Hendler, Policía- Glauco González, Sirvienta- Cristina Lagorio, Sra. de Patiño- Ana María Palumbo, Doña Adela- Armen Siria, Agente- Jaime Yavitz, Oficial Martínez- Wagner Mautone, Borracho- Omar Giordano, Agente 1º- Mario Palisca, El Zorrito- Walter Vidarte, 
Agente 2º- González Santurio, Comisario- Ramón Otero, El Juez- Alberto Candeau, Sirvienta- Elena Zuasti, Una voz- Jaime Yavitz, Presos 1 y 2- Walter Vega y Walter Santullo, Empleado- César Seoane, Intendente- Enrique Guarnero, Guardián 1 y 2- Saúl Gigovich y Juan R. Luna, Maidana- Eduardo Prous, Carrasco- Jorge Triador, El Pampa- Eduardo Caplán, Alguacil- Eduardo Schinca.

Acción, Más sobre Procesado 1040: Dicción Doctoral y Popular, 7.4.1957, p. 6. (Relevado por D.Telias)

Marcha, artículo citado.


C.T.M., Libro de Actas nº 11, acta 294, del 21.2.1958.

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