Las sabihondas

de Moliere. Dirección Eduardo Schinca

Estreno: octubre 1974. Teatro Solís. Hotel del Prado

"Las sabihondas" se representó por primera vez el 10 de marzo de 1672 - once meses antes de la muerte de Moliere- y señala el último esfuerzo de su más alta  ambición. Si durante los 15 años de su carrera en París su talento brilla con rayos geniales en sus obras escritas a reclamo de sus necesidades profesionales, Molére, madura paralelamente a ellas alguna gran obra en verso, pero lleva al público lo más vivo o lo más profundo de su pensamiento, con todo el prestigio de un orden riguroso y de un estilo logrado. Así surgen en 1662 "La escuela de las mujeres", "Tartufo" en 1664, y "El Misántropo" en 1666.

En 1668, cuando lucha desesperadamente para obtener la libre representación de "Tartufo", anuncia que prepara una comedia "totalmente lograda". Le faltará tiempo para poner en verso el texto de "El avaro"; tendrá que arrojar como alimento para divertir a la corte "Georges Dandin", "Monsieur de Pourceaugnac". "El Burgués gentilhombre", "Psyché", "La Condesa Escarcagnas", y para su compañía, "Las traperías de Scapin". Pero "la gran obra" se escribirá paralelamente a todas éstas. Estará pronta en marzo de 1671, para ser leída ante el duque de La Rochefoucauld, y recibirá el prestigio de ser editada. Esa obra es "Las Sabihondas".

El título de la pieza denuncia una intención satírica. Nos autoriza a sospechar en Molére una actitud antifeminista, y podemos atribuirle las palabras de Crisalo exasperado: ¿Hay una hostilidad hacia la instrucción en las mujeres? Lo que sabemos de Moliére como hombre, nos debe llevar a ser prudentes: ha estado rodeado de mujeres espirituales como Armanda Béjart, o muy inteligentes como Madeleine Béjart, o Ninon de Lenclos. Y en "La Escuela de las mujeres", ¿no hace decir al burlón confidente de Arnolfo que debe ser muy fastidioso tener al lado, toda su vida, a una ignorante? No es pues, Crisalo su portavoz, sino Clitandro, que consiste que una mujer "tenga conocimientos de toda índole".

Y hay más aún. Como la avaricia de Harpagón o la vanidad de Jourdain, o la devota obstinación de Orgon, la manía de saber de Filaminta pone en peligro el destino de sus hijos y la paz de la familia. Esa manía la ha hecho mala esposa, mala dueña de casa, mala administración de sus negocios, madre enceguecida e injusta.

No hay ciencia en el mundo, piensa Moliére, que pueda dispensar a nadie de los deberes dictados por la naturaleza. Para ser sabia, Filaminta se ha deshumanizado. Y esa es la denuncia esencial de Moliére, que también pesa sobre la hija mayor, al punto que la obra puede aparecérsenos, y es uno de los caracteres más destacados de la interpretación actual, como el drama de Armanda. Más que tal o cual pretensión a la cultura, lo que Moliére ha detestado es esta deshumanización. En "La escuela de mujeres" había abogado por la causa de las mujeres, y condenado la pretensión de Arnolfo, quien quiere domesticar a su esposa a su manera.

Pero eso no podía hacerle admitir la pretensión inversa de Armanda, quien por un falso platonismo rehusa a todos los cargos de su destino de mujer, imaginándose ser de esencia superior y destinada a vivir como espíritu puro.

Si "las Sabihondas" nos sugiere que Moliére consideraba una u otra tiranía como igualmente censurables, y pensaba que en el seno de cada pareja podía establecerse un feliz equilibrio entre dos libertades mutuamente respetadas, ¿ podemos decir que nada tenemos que aprender de ellas?

Mme. Dussane

Elenco: Estela Medina, Nelly Antúnez, Delfi Galbiati, Elena Zuasti, Jorge Triador, Estela Castro, Horacio Preve, Eduardo Schinca, Mario Palisca, Marina Sauchenco, E. Martínez Pazos, García Barca, Alberto Mena

Escenografía: Carlos Menck Freire

Bocetos de vestuario: Domingo Cavallero

 

 

 

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