Oh, los días felices.

de Samuel Beckett. Dirección Nelly Goitiño.

Estreno: 30 de noviembre de 1991. Sala Zavala Muniz

"Oh los días felices", de Samuel Beckett, se levanta ante nosotros como una parábola del ser inauténtico. Si admitimos que la existencia auténtica es aquella que, ante el abanico dinámico de las posibilidades, escoge y realiza las que le son más propias, podemos ver en Winnie (Mildred, en su infancia) un paradigma de la existencia inauténtica.

Condicionada al timbre de un despertador que regula su día desde afuera, vive - siempre interrumpida - el pánico del desajuste de la duración de sus pequeñas tareas y la duración del día, que no determina por si. No sabe, entonces, "cuando es el momento", cuando es "demasiado tarde" y padece el temor "tan grande" de que "los días pasen.... algunos días pasen... sin retorno... suena el timbre, para dormir, y no hemos dicho nada o casi nada, hecho nada o casi nada".

Su mayor deseo es que nada cambie ("que maldición la movilidad!"), que la vida no se manifieste, que nada sea; se refugia en palabras vacías con las que cubre un silencio que no soporta por temor al vacío y al caos; se sostiene en las cosas, que utiliza para "amueblar el tiempo", ejecutando con la máxima solicitud acciones banales; mantiene con el marido un imposible diálogo; vive el mundo en toda la extrañeza de algo cuyo significado se le escapa. Ni siquiera puede apelar al abrigo de una historia personal, que no tiene, porque su falta de conciencia le impide dar sentido a su acontecer, reducido a una suma de hechos que surgen como meros instantes ("Aquel día", "¿Qué día?")

El ejercicio de hábitos rutinarios, el optimismo irracional y una relación pueril con algo o alguien que concede "bondades", ante quien existen "tantos motivos de agradecimiento" y a quien se ofrecen "plegarias quizás no en vano... de mañana... de noche..." pretenden cubrir el riesgo de la aparición de lo insolito en su existencia cotidiana. Pero, tensionada por dualismos de oposición (finitud/ infinitud, autenticidad /inautenticidad, vida/ muerte, pasado/ futuro, cotidianeidad/eternidad, comunicación/ incomunicación) Winnie vive la condición dual de: su habitual superficialidad, y sus caídas - sin transición - al abismo, en instantes fugaces de extrema lucidez.

No obstante, la mirada de Becket sobre sus criaturas no implica una condena.

El empleo de un lenguaje visual metafórico (la mujer enterrada, la sombrilla levantada irreflexivamente que da lugar a una situación de la que no sabe como salir); la musicalidad del textro (escrito como una partitura) y el humor, con la anarquía de la disociación, del objeto insólito,  hacen de esta obra maestra - a la vez - un regocijo y un desafío.

Nelly Goitiño

 

Elenco: Gloria Demassi, Mario Palisca

Versión: Beatriz Falco

Ayudante de dirección: Carmen Toledo

Escenografía: Claudio Goeckler

Iluminación: Carlos Torres

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