Delmira

de Milton Schinca. Dirección Dumas Lerena

Estreno: 12 de julio de 1986. Sala Verdi

¿Por qué dos actrices para interpretar simultáneamente a Delmira? No se ha querido dar a entender con ello que nuestra poetisa fuera un caso de doble personalidad, o cosa parecida: como se verá en el escenario, las dos Delmiras se superponen, se intercambian continuamente, pero constituyendo siempre un mismo uno; esto es: no hay dos personalidades diferentes coexistiendo en un mismo ser, como ocurre en tales patologías. Tampoco he pretendido dar la idea de contraposiciones simbólicas como si por ejemplo una Delmira encarnara la luz y otra la sombra, una la carne y la otra el espíritu, o el bien y el mal, etc. Por el contrario, la duplicación de Delmira en el escenario responde a un propósito de reflejar del modo más acusado, lo que me parece un rasgo estructural de su existencia toda, que encontraremos no sólo en los detalles de su biografía, sino en casi toda su poesía, tal vez sin excepciones. Me refiero a una dramática escisión en dos polos ( ¿o en muchos más?), que conviven en torsión dolorosa condicionando la experiencia del ser sin dividirlo, empero. Tengo la sensación de que la óptica más profunda de Delmira le dictó la visión de un mundo en desgarrada bipolaridad, y que ello la condenó a un vivir desencontrado, laberíntico, poblado de territorios que se entrecruzan sin integrarse jamás por entero.

Lejos de mi la pretensión de haber develado de este modo algunos de los complejísimos enigmas de una Delmira que me sigue pareciendo tan abismal como inabarcable. Lo que intenté, en todo caso, fue transponer a términos teatrales mi visión personal de su universo, recogida de la frecuentación atenta y devotísima de su obra impar a lo largo d elos años, una de las experiencias de poesía más estremecedoras de que tengo noticia.