Pedro Calderón de la Barca

Don Pedro Calderón de la Barca es el más representativo autor teatral de su época. Su vida se desarrolla en pleno siglo XVII. Del 1600 a 1681. Su estilo es genuinamente barroco. Se halla situado entre el apogeo de la cultura hispana, de la cual él es un símbolo de perfección, y el descenso. A la irrupción vital de Lope de Vega, él sigue con madurez serena y reflexiva, logrando el máximo de progresos técnicos del teatro español.

La multiplicidad de motivos y poesía se reduce en Calderón a unidad y subordinación temática; los motivos se fusionan a grandes armaduras de poesía, y para llegar del génesis al juicio final abrevia la extensión de los siglos, condensando símbolos válidos para todas las etapas. Calderón instaura un teatro con una vasta arquitectura intelectual y escénica, capaz de reunir todas las manifestaciones artísticas, en fausta síntesis, animando el conjunto el alto pensamiento, la poesía de imágenes cósmicas, la música, el color y la pintura de los escenarios.

Escribió La vida es sueño (comedia) a los 35 años en el apogeo de su fama. En sus últimos años cultivó de preferencia el auto sacramental, género que llevó a inusitada perfección. Su última obra fue La vida es sueño (auto sacramental) a los 78 años, cuatro antes de su muerte que ocurrió el 25 de mayo de 1681.

Calderón destaca sobre todo como creador de esos personajes barrocos, íntimamente desequilibrados por una pasión trágica, que aparecen en El príncipe constante, El mágico prodigioso o La devoción de la cruz. Su personaje más conocido es el desgarrado Segismundo de Polonia de La vida es sueño, considerada como la pieza cumbre del teatro calderoniano.

Esta obra, paradigma del género de comedias filosóficas, recoge y dramatiza las cuestiones más trascendentales de su época: la libertad o el poder de la voluntad frente al destino, el escepticismo ante las apariencias sensibles, la precariedad de la existencia, considerada como un simple sueño y, en fin, la consoladora idea de que, incluso en sueños, se puede todavía hacer el bien. Tiene esta obra varias versiones hechas por él mismo. También se apunta en ella, aunque muy en segundo plano, el tema de la educación, tan desarrollada posteriormente en el siglo XVIII.


Calderón II
Con Calderón de la Barca adquirió plena relevancia en la comedia barroca la escenografía lo que él llamaba ''memoria de las apariencias'' y la música, (se considera a Calderón el primer autor de zarzuelas) en búsqueda de un espectáculo barroco integral. Con este fin colaboró estrechamente con escenógrafos italianos como Cosme Lotti. La carpintería efímera teatral se convirtió en un elemento clave en la composición de sus obras, que de esa manera se transformaban en complejos emblemas alegóricos preñados de simbolismo moral.

En cuanto a su lenguaje, se puede considerar que es la culminación teatral del culteranismo, pero en sus personajes se acusa un característico frenesí razonador: los personajes calderonianos piensan de modo férreo e impecablemente lógico, aunque sus premisas sean de hecho absurdas; de esa manera, los característicos maridos calderonianos se enloquecen de celos y justifican sus crímenes de forma impecable pero éticamente absurda, abundando en su lenguaje nexos de subordinación lógica causal, consecutiva, condicional, concesiva o final. La metaforización sufre también ese proceso de logicismo mecánico y desarrolla en exclusiva un sistema de símbolos fundado en la combinatoria de los cuatro elementos.

Abundan los juegos metateatrales, pues no se le ocultaba al propio autor el convencionalismo a que había llegado la fórmula lopesca, y los diálogos fragmentados «al alimón», en que dos o más personajes se van continuando y terminando las frases que dejan a medias sucesiva y simétricamente.

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