El conventillo de la Paloma
de Alberto Vacarezza. Dirección Ruben Yañez.
Estreno: 12 de junio de 1997. Teatro Solís
Un clásico rioplatense
Cada pueblo, en su desarrollo espiritual y en la fragua de su identidad, tiene sus clásicos. Los tiene o los alcanza en cualquier campo de su producción cultural, sea ésta filosófica, política, artística, etc.
Ningún clásico se propone serlo,-y pobre el que lo intente-; y frecuentemente son o han sido ignorados o relegados por los especialistas de su tiempo. La condición de clásica de la obra de un hombre, se alcanza, en relación directa con su pueblo, cuando dicha obra logra sintetizar, en su contenido y en su forma, la estructura de paradigmas que caracterizan la vida y el alma de ese pueblo en una instancia cardinal de su perfil. Y es en ese mismo acto de hondura y percepción que el cásico incluso puede trasender a su pueblo y alcanzar altos niveles de universalidad, siguiendo el rastro de aquel aforismo de Tolstoi: "Pinta tu aldea y pintarás el mundo".
Por otra parte, la vigencia y vitalidad de los clásicos no radica en su condición de modelos para toda creación futura (ya que tanto la realidad humana como las formas artísticas se transorman); sino por su calidad de testimonios del tronco del que venimos, así como por su condición de parábolas abiertas que convocan significados de lo que aún somos todavía.
En el caso de nuestra dramaturgia, esa clasicidad que emerge en las dos últimas décadas del siglo XIX y en las primeras del siglo XX, se da en el marco de tres componentes de la realidad del momento.
En primer lugar, el aluvión inmigratorio que promovió la modernización económica y productiva llevada adelante por una burguesía en auge, en ambas márgenes del Plata. Esto produjo una colosal exposión demográfica en las capitales-puerto, no solo por la masiva inmigración enropea (predominantemente española e italiana , y en penor proporción de otras nacionalidades) sinó también por la llegada del gaucho a las orillas de las ciudades, corrido por el alambramiento de los campos. Esto no solo provocó un riquísimo espectro de costumbres, tipos y lenguas (los del "tano", el "gallego", el "turco", el "ruso", el "guapo", el "compadrito" y sus respectivas mujeres), sino que, además, runió a ese espectro en el "conventillo", solución lucrativa y misreable para darle techo a ese heterogéneo aluvión demográfico. Y la dramaturgia levó esa realidad al teatro.
El segundo componente de ese momento, es que en el mismo no podemos hablar de un teatro uruguayo y un teatro argentino mutuamente autónomos, sino que debemos hablar de un teatro rioplatense. Paralelismos e interacciones culturales anteriores, más la semejante experiencia vivida en ese momento, tanto en lo social como en lo artístico, provocan que un autor argntino en un escenario uruguayo sea visto como "nacional", así como los uruguayos Sánchez, o Pacheco son recibidos como tales en Buenos Aires.
El tercer componente tiene que ver con la forma artística. En las últimas décadas del siglo XIX había alcanzado una gran popularidad en el Río de la Plata el llamado "género breve" de origen español; con su peculiar estructura y su integración de la música y el canto al fenómeno teatral. A partir de ese modelo, la dramaturgia de este rincón del mundo lo reinventa, sando origen al sainete rioplatense. como la forma más idónea para pintar y criticar la nueva realidad social, cultural y linguística, convocando las grandes masas de público.
Uno de los más altos componentes de esta nueva forma teatral fue el argentino Alberto Vacarezza (1888- 1957), con una fecunda producción que lo llevó a estrenar 110 obras suyas entre 1904 y 1947, entre las cuales figura, como uno de sus puntos más altos "EL CONVENTILLO DE LA PALOMA" estrenada en Buenos Aires el 5 de abril de 1929.
Pero lo intereante de Vacarezza, gran versificador, es que además de lo profuso de su obra, e integradas al contenido de la misma, aporta reflexiones, no solo sobre la naturaleza del sainete rioplatense, sino también sobre el desprecio o la reticencia con que esta forma teatral fue recibida en su momento por los ambientes "cultos".
En este último aspecto, lo vemos decir en el Prólogo a "Juancito de la Ribera" (que hemos integrao a esta versión de "El conventillo de la Paloma" por la Comedia Nacional), donde el autor habla en primera persona, lo siguiente: "Aunque el crítico sonría, / y el académico un día / vengar quiera mi osadía / porque le hace tanto mal, / yo canto en la legua mía,/ y con la misma armonía/ que escuché cuando nacía/ en la vieja Batería/ y en la de hoy, Santa Lucía, /barraqueña y material"; marcando el origen eminentemente popular del sainete.
En cuanto a su conciencia de este forma teatral, la pone de manifiesto en momentos de su propia dramaturgua o se su lírica. Así, en su obra "La comparsa se despide", pone en boca del personaje Serpentina esta definición del sainete: "Un patio de conventillo, /un italiano encargao, /un yoyeha retobao, /una percanta, un vivillo, /dos malevos de cuchillo, /un chamuyo, una pasión, /choques, celos, discusión, /desafío, puñalada, /aspaviento, disparada, /auxilio, cana... telón". Y en su poemario "Cantos de la vida y de la tierra" encontramos el poema "Un sainete en un soneto", donde dice, parafraseando con humor al antecedente español; "Un soneto me manda hacer Castillo, / y yo, para zafarme de tal brete, / en lugar de un soneto haré un sainete, / que para mi es trabajo más sencillo. /La escena se representa en un conventillo. / Personajes: un ´grébano´amarrete, / un gallego que en todo se entromete, /dos guapos, una paica y un vivillo. / Se levanta el telón. Una disputa, / se entabla entre el gallego y el ´goruta´, / de la que saca el vivo su completo. / El guapo que pretende a la ´garaba´/ se arremanga al final, viene la "biaba" / y aquí se acaba el sainete y el soneto."
Ruben Yáñez
Elenco: Julio Calcagno, Alberto Sobrino, Juan Worobiov, Duilio Borch, Isabel Legarra, Catherina Pascale, Gloria Demassi, Miguel Pinto, Delfi Galbiati, Luis Manzione, Daniel Spinno Lara, Armando Halty
Escenografía y ambientación: Hugo Millán
Vestuario: Julio Martínez
Iluminación: Carlos Torres