Alto Alegre
tres actos de Justino Zavala Muniz. Dirección Alberto Candeau
Estreno: 11 de octubre de 1969. Teatro Solís
Es la plaza del pueblo del ALTO ALEGRE. Así la llaman los moradores de aquél misero rancherío disperso sobre una aplanada y alta cuchilla, desde la que se ven extensas soledades de campo donde solo viven los ganados.
En realidad allí no hay plaza, ni pueblo, ni alegría.
ALTO ALEGRE, le llamaron los escasos viajeros de remotos tiempos, a quella cuchilla en donde se detenían las diligencias para hacer su posta renovando los caballos que las llevaban por el solitario camino de las llanuras.
Porque desde allí, hacia atrás y adelante, se abre el paisaje en suaves ondulaciones de lomas con ritmo de nubes de medio día de verano. ALTO ALEGRE, cuando solo era campo y cielo, y tranquilos ganados pastando en las cañadas o sonoras majadas en las laderas, antes de que vinieran los hombres a levantar sobre él sus achatados ranchos, y a mancharlo con esas formas de su miseria.
Pero el nombre ya estaba, y los viajeros siguieron llamándole con él, olvidados, en el recuerdo de la algría del paisaje, del dolor de los hombres, que ahora allí viven.
Un pequeño propietario que malgastó su herencia, dividió aquella cuchilla en manzanas regulares, recuadradas, por anchas calles, puso sus terrenos en venta, y por precios que alcanzasen a pagar los peones de estancia con sus mezquinos sueldos; y al amontonamiento de los ranchos así levantados le llamó "Pueblo".
Así nació este del ALTO ALEGRE.
De la pobreza de uno y la miseria de todos los que allí vinieron a levantar sobre un pañuelo de tierra, un techo donde guardar a la mujer y los hijos, mientras ellos andaban por las estancias del contorno ganándose el pedazo de carne que traían de tarde en tarde.
Sin duda, los que primero cortaron la tierra, los árboles y la paja para edificar aquellos ranchos, lo hicieron con alegres cantos de esperanza. Pero de ellos ya no queda recuerdo.
Ahora solo se ve, en la actitud y la mirada de los hombres, como en los ranchos, las grietas del cansancio del desengaño. De tal modo, que el viajero que un día llegase allí, aún sin hallar entre los ranchos persona alguna, podría por aquellos reconocer luego a sus habitantes.
Tal como cuando en los caminos se cruzan con sus moradores, los viajeros se dicen: "Ahí va uno del Alto Alegre". El pueblo define a sus moradores, como éstos a áquel. De tal lugar es la plaza.
Un espacio baldío en donde crecen sucias gramillas y macachines.
No las rodea ni iglesia, ni comisaría, ni escuela.
De todos estos edificios que jerarquizan a las plazas de los pueblos del Uruguay, en éste sólo está la pulpería.
Con sus altas puertas hasta las que se sube por dos escalones de piedra que dan a la calle; blanca, con la divisa azul en el pretil, tiene una altura de orgulloso empaque, levantada sobre la esquina de la derecha, en la calle que cierra en fondo de la plaza.
A sus costados, como sobre las calles de la izquierda y derecha, se humillan rodeando la casa del pulpero, los míseros ranchos.
Y rodeando a este apretado círculo de miseria, el lujo de la luz plena sobre los campos reverdecidos de primavera, la abierta soledad de las estancias, y la grandeza de un cielo azul.
Elenco: Marina Sauchenco, Maruja Santullo, Dumas Lerena, Nelly Antúnez, Jorge Triador, García Barca, Jaime Yavitz, Enrique Guarnero, Estela Medina, Elena Zuasti, Eduardo Schinca, Enrique Martínez Pazos, Horacio Preve, Alberto Candeau, Juan de Dios Ramírez, Brian O´Neill, Gustavo Martínez, Ricardo Galli, Ana Rosa, Amadeo Liébana, Claudio Solari.
Escenografía: Luis Patrone Pereira (Ganador del Concurso de Bocetos para "Alto Alegre")
Música: María Julia Garayalde de Zavala Muniz
Iluminación: Domingo Pistoni