Ararat

de Santiago Sanguinetti. Dirección Alberto Rivero

Estreno: 25 de setiembre de 2009. Zavala Muniz

Cuatro años de lluvias ininterrumpidas crean el caos en las calles. Una nueva arca comenzará a ser construida. La tercera alianza sobre este mundo. ¿Quiénes quedarán del otro lado? Quizás sea más fácil intentarlo solo. Ararat: una historia sobre hombres y mujeres que buscan la salvación

 

¿Qué sucedería si un día empezara a llover y no parara? El fin del mundo a la vuelta de la esquina. ¿Por qué pensar en eso ahora? No lo sé. Tal vez la velocidad, el dinamismo y la fugacidad encierren una profunda nostalgia por un tiempo que ya no existe. A veces, imaginar un futuro terrible suele ocultar una afirmación desesperada del presente. ARARAT, como todas las historias que alguna vez han sido contadas, es una obra sobre el amor como tendencia vital, y sobre el temor a la muerte. Ambas con la misma fuerza peleando por la supremacía en la mente de los hombres. Porque la razón fundamental es, siempre, comprender al hombre. En sus grandezas y miserias. En su humanidad. Ya no hay buenos ni malos. No es nada nuevo. Otros nos lo han enseñado. Shakespeare, quizás el más grande. Koltès, pisándole los talones.

La corrupción, la animalidad vuelta consenso, la pugna de hombres contra hombres, de cuerpos contra cuerpos, el instinto desatado, la vuelta al origen. Hablar sobre el fin del mundo es una gran excusa. ¿Tan lejos estamos? ¿Tan extraños son estos comportamientos? ¿No los vemos a diario en la calle o, acaso, en nuestra propia casa? Pero siempre es mejor no hablar. Los personajes de ARARAT son esos de los que es mejor no hablar. Pero el teatro no se conforma con el silencio. Hablemos, entonces. Hagamos hablar sobre el escenario a los cuerpos que suelen no tener voz. Mejor, hagámoslos gritar. Están allí. Escuchémoslos. Tienen cosas para decir. Aunque más no sea palabras balbuceantes. Frases imprecisas. Palabras desatadas. El caos despierta las pasiones. La lluvia enloquece la mente. Ya nadie recuerda nada. Ya no hay ley. Ni orden. Y, sin embargo, se sobrevive. Siempre se sobrevive. ¿Cómo? ARARAT intenta encontrar esa respuesta. El resultado no es feliz.

Cada pieza esconde una teoría del teatro. Y más aún, una idea del mundo. Cada parlamento, cada respuesta, es el reflejo profundo de una cosmovisión. Y la nuestra está en crisis. En cambio. En transformación. Nosotros elegimos qué camino tomar. Intentemos no equivocarnos. Esta es la pieza del error. No sigamos el mismo camino. Y sin embargo, ARARAT no pretende enseñar nada. El teatro dejó de ser didáctico hace decenios. Ya no es propaganda. Ni siquiera política. El teatro es el gran cuestionador del mundo contemporáneo. Pongamos, entonces, sobre el tablero piezas pesadas. Caracteres gruesos y discutibles. Encendamos las pasiones. Generemos el debate. No nos podemos permitir el lujo de que la gente abandone la sala sin conmoción. Ya no.
 
Escribí esta obra en la más profunda ignorancia que, quizás, no se haya disipado en mí en lo más mínimo. Compuesta entre diciembre de 2007 y febrero de 2008, su razón de ser no es clara. Dudaba. Y lo sigo haciendo. Esta obra parte de la duda. Como dramaturgo me gusta no definir con claridad lo que sucede en la escena. Los gestos, las palabras, los personajes son borrosos. Difusos. ARARAT es, en este sentido, una obra oscura. ARARAT es, ante todo, una obra experimental. Aún escribo intentando encontrar mi propia voz dramática. Voz que, a la medida de la época, quizás no se componga más que de fragmentos de múltiples estilos y tendencias. A veces río con lo que escribo. A veces lloro. ARARAT reúne ambas cosas. La tónica de una época. Avanzar a tientas en la oscuridad. La inocencia y la fragilidad a punto de quebrarse. La lucha entre el orden y el caos. Que es decir la vida. Que es decir el amor. Y la muerte.

Santiago Sanguinetti

Elenco: Jorge Bolani, Lucio Hernández, Catherina Pascale, Jimena Pérez, Claudia Rossi, Alejandra Wolff, Juan Worobiov y Florencia Zabaleta

Escenografía: Hugo Millán

Vestuario: Soledad Capurro

Música original: Eder Fructos

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